28.11.06

Restaños II

El día después de mi restaños, y casualidades aparte, Félix de Azúa escribía:
En cierta ocasión un sabio dijo que si realmente nos hubiera creado un Dios bondadoso habría planeado la vida del humano totalmente del revés. Habríamos nacido muy viejos y deteriorados. Poco a poco, año tras año, habríamos ido rejuveneciendo hasta llegar a la infancia. Y nuestra muerte no sería sino un plácido regreso al mar eterno de las grandes madres donde dormiríamos mecidos en el líquido amniótico durante toda la eternidad. De haber sido así, en lugar de hacerlo en hospitales y manicomios nos despediríamos de este mundo tumbados en una cunita con sonajeros de colores y esa sonrisa de las criaturas, tan inquietante, tan inesperada, tan imprevisible.
Se nota que me lee (el pensamiento, se entiende).

27.11.06

Restaños

Ayer salí de casa y volví a ella con un año menos. Al estilo de La flecha del tiempo de Amis, o de aquel cuento titulado La sombra dorada. La culpable, cómo no, fue Bea, que juntó a los amigos en una de esas terrazas interiores tan espléndidas del barrio del Eixample (gràcies, Júlia). Celebrábamos un nuevo 9 de agosto, día en que nací. Claro, fecha estival en donde es casi imposible juntar a nadie para celebrar un cumpleaños, salvo a mis padres y a mi hermano, que también estuvieron en este 26 de noviembre. Ayer lo tuve, ya digo, y hacía una noche veraniega perfecta (en este caso, no me importó que persistiera el calor). Verlos a todos me produjo una gran satisfacción. Y me enseñó, de paso, que siempre estamos a tiempo de "sufrir" ciertas sorpresas, porque los buenos años no suman, restan.

25.11.06

Ciencia literaria

Teoría de la compensación: a un libro malo, tres buenos. En mi caso, a una novela que me dejó insatisfecho, El viento de la luna, de Muñoz Molina, le siguieron tres joyas literarias: El guardián entre el centeno, de Salinger, El mar, de Banville y Los autonautas de la cosmopista, de Julio Cortázar y Carol Dunlop. Ojalá todas las casualidades fueran como esta, y la literatura pudiera compensarnos con esta simple, y a veces difícil, regla de tres.

23.11.06

Lama

Curioso. Hace unos días felicitaba a Julio César Galán por la obtención de una ayuda a la creación literaria, y hoy me encuentro con una noticia desagradable: la renuncia de Míguel Ángel Lama. Asocio estas dos ideas porque fue Lama quien bienprologó el primer libro de poemas de Julio. El azar, a veces, no es siempre afortunado. En fin. Me acuerdo, de paso, que el libro El trabajo gustoso, de Lama, fue mi libro de cabecera los primeros meses de enseñanza. Qué lastima que a menudo se olvide la obligación moral de aprender a aprender.

12.11.06

Creación

Al fin salió publicada (ayer, día 11 de noviembre, en el Diario Oficial de Extremadura) la lista de beneficiarios de las becas a la creación literaria que otorga la Junta de Extremadura y la Editora Regional. Con gran alegría, para qué inventar otro sustantivo, vi mi nombre entre las obras seleccionadas, un ensayo sobre cine y literatura en el primer tercio del siglo XX y cuyo título es Antes del simulacro, rememorando aquella gran película de Basilio Martín Patino. La alegría fue múltiple cuando vi "premiadas" las obras de Javier Morales y de Julio César Galán, novelista uno y dramaturgo y poeta el otro. No sabría explicar la gratitud que siento hacia las becas a la creación de la Junta y la Editora. Ojalá sigan durante muchos años. Es un síntoma de la buena salud cultural de la región, una muestra del cariño y dedicación que las administraciones extremeñas sienten hacia sus creadores. Y por si fuera poco, su cuantía económica no ha menguado. Todo lo contrario. Han subido sustancialmente con respecto a 2005.
Ignoro si todo lo escrito formará parte de algo mucho más amplio, si la novela que escribí o el ensayo que escribo conseguirán cumplir los propósitos de su autor. Lo que sí sé es que las ayudas a la creación han sido un aval incalculable (y no hablo de cuentas), un incentivo a la altura de cualquier premio literario. Al menos en mi caso. Creo que un escritor sigue siéndolo a pesar de becas y concursos. Sin embargo, mentiría si dijera que la publicación de un libro, un premio o una ayuda no sirven para subir la moral de un escritor en ciernes. Indudablemente, mejoran su salud literaria. Más si la elección es trasparente, y no hay, según costumbre, otras razones.
En definitiva, no es cuestión de escribir, sino de continuar escribiendo, a menudo una tarea más difícil que la primera. ¡Gracias!.

9.11.06

El mar, John Banville

Arrojé la americana sobre una silla y me senté a un lado de la cama y respiré hondo aquel aire rancio y deshabitado, y tuve la impresión de haber estado viajando durante mucho tiempo, quizá años, y haber llegado por fin al destino al que, sin saberlo, había estado destinado desde el principio, y donde debía quedarme, siendo, por el momento, el único lugar posible, el único refugio posible para mí.

6.11.06

Pollock

N.5, 1948