Al fin salió publicada (ayer, día 11 de noviembre, en el Diario Oficial de Extremadura) la lista de beneficiarios de las becas a la creación literaria que otorga la Junta de Extremadura y la Editora Regional. Con gran alegría, para qué inventar otro sustantivo, vi mi nombre entre las obras seleccionadas, un ensayo sobre cine y literatura en el primer tercio del siglo XX y cuyo título es Antes del simulacro, rememorando aquella gran película de Basilio Martín Patino. La alegría fue múltiple cuando vi "premiadas" las obras de Javier Morales y de Julio César Galán, novelista uno y dramaturgo y poeta el otro. No sabría explicar la gratitud que siento hacia las becas a la creación de la Junta y la Editora. Ojalá sigan durante muchos años. Es un síntoma de la buena salud cultural de la región, una muestra del cariño y dedicación que las administraciones extremeñas sienten hacia sus creadores. Y por si fuera poco, su cuantía económica no ha menguado. Todo lo contrario. Han subido sustancialmente con respecto a 2005.
Ignoro si todo lo escrito formará parte de algo mucho más amplio, si la novela que escribí o el ensayo que escribo conseguirán cumplir los propósitos de su autor. Lo que sí sé es que las ayudas a la creación han sido un aval incalculable (y no hablo de cuentas), un incentivo a la altura de cualquier premio literario. Al menos en mi caso. Creo que un escritor sigue siéndolo a pesar de becas y concursos. Sin embargo, mentiría si dijera que la publicación de un libro, un premio o una ayuda no sirven para subir la moral de un escritor en ciernes. Indudablemente, mejoran su salud literaria. Más si la elección es trasparente, y no hay, según costumbre, otras razones.
En definitiva, no es cuestión de escribir, sino de continuar escribiendo, a menudo una tarea más difícil que la primera. ¡Gracias!.