Lo que hay (y no)
A la salida del instituto dos alumnas me informan que al día siguiente no asistirían a clase. Se van de excursión a Narbonne. Les elogio la ciudad durante un buen rato. Es uno de mis lugares favoritos del sur de Francia. Les hablo de los canales y sus deliciosos puentes, de su zona peatonal, de sus calles estrechas, de sus pastelerías y de por qué me encanta ir allí antes que a otras ciudades de la zona, como Carcassonne. Sí, ya, me dicen, ¿pero hay algún McDonald´s? Me resigno y les respondo afirmativamente.
Cruzo la calle y sorprendo a otra alumna de ese mismo curso hablando en japonés por teléfono. Le pregunto. Me comenta que lleva un par de años estudiándolo, haciendo cursos intensivos. Caminamos un par de manzanas hablando de Tokio, de Banana Yoshimoto y, sobre todo, de Haruki Murakami. Coincidimos en gustos.
Antes de llegar a mi casa, un amigo con el que no hablaba desde hacía unos años me pregunta por el trabajo y se interesa por el estado de la educación. En fin, le digo, hay de todo.