23.3.06

22 de marzo

Definitivamente, estamos en el camino correcto. Sirva este comunicado como la apuesta definitiva por la convivencia, por el entendimiento, y como punto de partida para que los pueblos decidan libremente lo que quieren ser, sin amenazas ni (re)presiones.

16.3.06

Los dos Biedma

“Creo que la vocación de escribir es un resultado de la vocación de lector. Y a partir de ahí entra en juego un elemento significativo que define a todo escritor: el narcisismo. A lo que aspira uno cuando escribe, inicialmente y de modo inconsciente, es a leerse a sí mismo. Uno empieza a escribir para sí mismo, a leerse a sí mismo como si fuera otro”
“Creo que he perdido el sentimiento de mí mismo y que me voy volviendo neutro como un alma en pena, como una abstracción que no acaba de encarnarse en nada de lo que pienso, digo y hago. Es un aburrimiento, aunque acaso sea lo normal a mi edad y en mi situación. Acaso, a partir de cierto momento en la vida, el único modo de sentirse uno mismo consista en casarse, o en cometer adulterio, o en tener una lenta enfermedad mortal y una pequeña fortuna”

14.3.06

Plaça Rovira

Animado por la lectura de un artículo de Vila-Matas, visité una noche la plaza Rovira. Queda relativamente cerca de mi casa, también en el muy barcelonés barrio de Gràcia. El escritor la describía casi al milímetro, hablando de la estatua que da nombre a la plaza, los diferentes establecimientos, las casas, el cielo, un indigente, una sucursal de un banco y una casa okupa, entre otros muchos enseres del paisaje. Me acerqué a ella con suma expectación, esperando ver con mis propios ojos el mismo espacio urbano que Marsé o el propio Vila-Matas habían visto. Sin embargo, la realidad pocas veces tiene que ver con el deseo. No sé si fue por la oscuridad, pero lo cierto es que la interminable lista que se ofrecía en el artículo se había evaporado con una celeridad casi fantasmal. Sí estaba, no obstante, la casa okupa, destartalada y, seguramente, ya desocupada. Sí estaba la caja de pensiones. Sí había un indigente, sentado en un banco. Está claro que el tiempo no pasa para todos.

En un lugar de Manhattan

Creo que Boadella debe comenzar a no depender tanto de la profesionalidad de los actores de su compañía, que han convertido una obra mediocre en un espectáculo aceptable, aunque a años luz de otras obras del mismo autor.

7.3.06

Sin perder el Norte

Del pasado fin de semana en Galicia, concretamente en A Coruña, me vienen a la memoria varias imágenes ya inolvidables. Uno nunca ha frecuentado el norte con asiduidad, pero de un tiempo a esta parte las visitas puntuales comienzan a convertirse en el inicio de una costumbre. Me encuentro bien allí, porque es un paisaje envolvente, mítico, y porque me resulta un entorno ajeno, diferente a la forma que he tenido de concebir mi propia vida. Ese aire distante poco a poco va perdiendo su condición de lejanía, y vuelve a mí con una intensidad cercana, con una suavidad próxima, aunque la meteorología siga siendo una cualidad a la que tardaría en acostumbrarme. Pienso en la eterna Donosti, en la incalculable dimensión de Gijón, que no por poco extensa deja de ser enigmática, en los extraños paseos de Santander, visible y a la vez oscura, como si tratara de esconderse en la aparente superficialidad de su naturaleza y confundiera su luminosidad con el lujo provinciano (quien visita Satander, como la denominó Benjamin, sabe que su perfección reside en buscar precisamente lo contrario). De igual forma, los pueblos fronterizos que dejan Cantabria y se adentran en Asturias, como Lastres, un increíble mirador del mundo. Ya, desde hace tan poco, también pienso en A Coruña. De ella guardo recuerdos múltiples, que sanan una vieja cuenta con la ciudad (la primera vez que estuve allí la visité de forma sumamente accidentada). Entre esas eternas imágenes rescato varias, que perviven en esta habitación barcelonesa: su inmensidad de vidrieras, que la elevan a ciudad de cristal, un título tan austeriano, su encrucijada de calles que suelen converger en María Pita, su apuesta por una modernidad capaz de sobrevivir a su antiguo alcalde (desde hace unos días, afortunadamente ya en el Vaticano), el tranvía que cruza Riazor vulnerando los límites del tiempo, sus humildes miradores escondidos entre la piedra y el vidrio, sus cuestas, tan marítimas y atlánticas, que separan por arte de magia el mar y la montaña, el agradable contraste de los coches y las gaviotas, el paseo que observa el mar, y viceversa, extensión interminable que concluye en el faro más antiguo del mundo todavía en funcionamiento, el de Hércules, presidiendo un océano curvado, por si nos quedaba alguna duda de que La Tierra era redonda. Sin olvidar los parajes cercanos, auténticas joyas, esparcidas de pazos y hórreos, de caminatas místicas, compensadas por la sutil y generosa gastronomía, como aquel restaurante de Pontedeume donde preparan una lubina excelente, o las vistas grisáceas de la perdida Ares. Y todo ello bajo la inestimable compañía de Begoña y de Isma, a quienes les cuesta disimular su tímido orgullo de habitar la inolvidable ciudad en la que viven ya desde siempre. Al volver con Beatriz al aeropuerto, sabíamos que no sólo dejábamos atrás una ciudad, sino un lugar que acabará por observarse a través del diálogo con nuestra cualidad más valiosa: la memoria.

1.3.06

¿Andalucía?

Cayetana de Alba ya es hija predilecta de Andalucía. ¿Me podrían decir que ha hecho esta buena mujer por su región? Razón tenían los centenares de jornaleros y ecologistas que se manifestaron a las puertas del Teatro de la Maestranza. ¿No es, acaso, la principal terrateniente de aquella comunidad y, por extensión, de todo el estado?, ¿en qué medida ha fomentado la difusión de su pueblo y no ha contribuido a anclarle en el pasado, que es lo mismo que no hacer que avance sin los lastres gastados de una inoperante y rancia aristocracia?. O poniéndonos más estupendos: ¿alguna vez ha repartido alguno de sus cortijos a alguna cooperativa?. No estoy de acuerdo con quien pensa que ese folklore de toros y sevillanas sólo perjudican a otros pueblos, como Galicia, Castilla y León o Catalunya, pongamos por caso. Creo que la primera afectada es la propia región, porque a veces es muy difícil explicarte por encima del cliché o del estigma, que sirve para ordenar el mundo sin apenas complicaciones. Está claro que la universalidad andaluza hay que buscarla en otra parte, sin negar lo ya conocido, como los toros, pero sin perder de vista otras muchas cosas que pueden definirla como pueblo casi milenario. Esta "españolada" andaluza contaminó, de paso, a buena parte de la literatura autonómica. Quizás el mejor ejemplo sean los hermanos Álvarez Quintero, de quienes sólo se nos han aportado unas lecturas reduccionistas, que se explican a través del simple tópico. Los Quintero y Andalucía son algo más que las duquesas y folklóricas. También es un paisaje humano que tiene el deber de seguir conociéndose. Y todo ello pese a quien pese, que pesando y sopesando se me ocurren un buen número.