De suicidios no ejemplares
Leo en La Vanguardia que el suicidio es la primera causa de mortalidad entre los barceloneses de 15 a 45 años. ¿Sorprende? No en su historia. El suicidio es, valga la paradoja, una extraña forma de vida, o de negación de la vida. Nos ha acompañado siempre, y sin embargo nunca aparecerá entre los cinco motivos de preocupación del ciudadano, según encuestas. ¿Por qué nos atemoriza más un posible ataque terrorista y no nos angustia la idea de ser nosotros mismos quienes nos privemos de vida? El motivo es simple: el terrorismo tiene un espacio concreto y una solución precisa. El suicidio, no. Pueden ser todos los lugares o ninguno. Y sin embargo creo que también hay solución para paliarlo. Basta con que comencemos a divulgar desde la educación y desde los medios que la vida debe estar al alcance de todos, que la felicidad también forma parte del juego, que las reivindicaciones sociales reafirman la identidad individual a través de la búsqueda de unos objetivos comunes. Estamos en una sociedad decadente, donde el optimismo ocupa un papel muy limitado. O nos lo comenzamos a tomar en serio o perderemos a varias generaciones. Lo sé porque doy clase a adolescentes cada día.