Hablo de la escritura como una consecuencia radical de la lectura, y me doy cuenta de que nunca fui un gran lector en mi infancia. No leí lo que se debía leer en aquella edad. Envidio (es un decir) a todos aquellos compañeros que devoraban cómics o se pasaban horas siguiendo la saga de algún personaje de ficción. Reconozco que me daba una pereza enorme. Leí, eso sí, algunos títulos de Barco de Vapor que aún recuerdo con mucho agrado. O aquellos en donde tú elegías tu propia aventura. No muchos. Pocos.
Creo que fue Truman Capote quien dijo que había que leer ese tipo de literaura durante los años de infancia y adolescencia, y que luego ya tendríamos la vida entera para abordar la gran literatura. No sé si hice lo segundo. Lo que sí tengo claro, a mi pesar, es de que no hice lo primero. Y es una pena, porque me temo que me he perdido muchas aventuras y que de eso me hubiera quedado hoy un manejo mayor para narrar desde la imaginación.
Espero que nunca sea demasiado tarde.