En un artículo de prensa publicado hace unos cuantos años, escribía
Álvaro Valverde que uno no regresa a un lugar del que, en realidad, nunca ha salido. Hablaba de Salamanca. Esa idea es la que me ha venido ahora, recién llegado de Granada. He pasado unos días estupendos por allí, a pesar de mi intermitente y molesto dolor de pie (coalicación calcáneo-escafoide, creo que se llama). Fui invitado al FEX, una extensión del Festival de Música y Danza que se celebra estos días en Granada. La lectura fue bien: jazz y poesía en el patio del ayuntamiento, siete escritores que tratábamos de sintonizar con la música y sillas llenas. Diría que alrededor de trescientas o más personas. Así da gusto montar cosas. Ya se había formado cola hora y media antes de que empezara el recital. La ciudad responde. A mí sólo me queda agradecer, a
Marta Badia, en primer lugar. Y a los amigos con los que volví a encontrarme, después de ocho años. Y a los que no conocía.
Aquí algunas fotos, tomadas por
Fernando Clemot, que decidió acercarse desde Barcelona.
Lo dicho. Allí sigo.