24.6.09

Kadaré/Bernad

Me parece un gran acierto premiar con el Príncipe de Asturias de las Letras a Ismail Kadaré. Es un escritor estupendo, uno de los autores más sugerentes, más interesantes, que he leído. Me gustó mucho su inquietante novela El palacio de los sueños, y disfruté con su deliciosa Noviembre de una capital. Su lectura, desde entonces, no me ha abandonado. Como me ocurrió, mucho antes, con Kafka. De hecho, a menudo pienso que tengo en Albania un viaje pendiente. A pesar, por cierto, de Sánchez Dragó.

A modo de Félix Romeo, salto a otra cosa. Al lunes pasado y a la lectura de Olga Bernad en La Cigale, concretamente. Fue un placer conocerla y charlar un rato con esta poeta zaragozana que comenzó siendo escritora hace mucho tiempo, aunque sea ahora cuando se reconozca su talento. En breve saldrá su libro Caricias Perplejas, que ya cuenta con un buen número de lectores. Y los que le quedan. Bernad sabe escribir para los demás sin necesidad de renunciar a ella misma. Tiene la capacidad de emocionar, sin estridencias, sino con una voz intensa, profunda. Ella fue la penúltima invitada a estos ciclos que muy originalmente titulamos Juan Salido-Vico y yo como Els dilluns de La Cigale, por aquello de que se hacen los lunes. Lecturas, dicho sea de paso, que se acompañan con un cuaderno poético con una muestra de la obra de los autores invitados, diseñado por Lourdes Roselló, y cuya portada corresponde, esta vez, a Agustín Calvo Galán.

14.6.09

Revista Kafka, 5

Ya podéis consultar el nuevo número de la revista Kafka. Para la ocasión, artículos de Santos Domínguez y Simón Viola; poemas de Antonio Reseco, José Manuel Díez y Juan Manuel Macías; relatos de Antonio Serrano Cueto, Salvador Gutíerrez Solís, Gemma Pellicer y Rafael Fombellida; material plástico a cargo de Zoe López. La entrevista, en esta ocasión, es a Esther Tusquets.
Esperamos que esta nueva entrega aumente, si cabe, el interés de números anteriores.

8.6.09

Brindis 00

Marta Badia, la presidenta de la asociación cultural Diente de Oro de Granada, me hace llegar la última vitola del Anaïs (digo Anaïs, porque para mí las vitolas siempre llevarán ese nombre, al margen de que luego se llamara de otra manera o se cambiara el lugar de los recitales). Durante varios lunes han mantenido un ciclo de lecturas poéticas, desde el año 2003, si no recuerdo mal. Por allí ha pasado buena parte del panorama literario actual. El día de la lectura se vendía una pequeña plaquette con una muestra de la obra del escritor invitado. Recuerdo mi lectura, en noviembre de 2004. A la vitola la titulé Las esquinas del mar, plagiando un verso de David Vegue. Después de cien lunes, se despiden. Para la ocasión, cierran el ciclo con un último cuadernillo, titulado Brindis 00, prologado por otro amigo, Mariano Maresca, y dedicado al poeta Javier Egea. Al fin y al cabo, uno de los cometidos de la asociación era servir como centro de documentación de la obra del escritor granadino. Entre los poetas invitados: Juan Carlos Friebe, Antonio Jiménez Millán, Alfonso Salazar, Luis García Montero, Iñaqui López de Aberasturi , Javier Benítez, Ángeles Mora, Trinidad Gan o Ernesto Pérez Zúñiga, entre otros. Yo colaboro con este poema:
TESTAMENT
A pesar de sus ojos he salido a la calle
Javier Egea

Ya es hora de admitir la derrota,
porque el tiempo se ha vuelto
mucho más frágil.
Es hora de admitir la añoranza
de ese punto de luz sobre el río
que, alguna vez, bien pudo ser la vida.
No es cuestión de memoria,
sino de fracaso.
La soledad se elabora a base
de ir juntando pequeñas ganancias,
de acumular sin certeza las minúsculas
anécdotas de una ciudad a medianoche.
Por el día, también yo
caminé por extramuros,
y sentí la ausencia como una muestra
impalpable de la densidad del territorio.
Recorrí calles en deuda con el frío,
falsas avenidas en donde el hielo
no era más que una presencia
vaga de la sombra.
Y volví, sin saberlo, al hogar más vacío.
Yo también pensé en reconstruir
las ruinas, y como todos volví
a escribir sobre el agua que tarde o temprano
situaría los límites. Oí las mismas voces, intentando
equipararlas al sonido de mi propia boca.
Por eso, cuesta ahora imaginar
que cada tramo pueda olvidarse.
Se perderá –no me cabe duda –,
como la luz del tabaco se escapa
en cada poso de ceniza.
Ahora lo sé.
Sólo escribí para morir con cierta dignidad.

2.6.09

Francisco León

Como ya nos tiene acostumbrados, Juan Manuel Macías, en la sección Firmas invitadas, de la editorial DVD, acaba de publicar su pertinente entrevista y selección literaria. En este caso, al escritor Francisco León. La traigo al caso porque me ha parecido una de las mejores firmas hasta el momento. Conocía a León por Las afinidades electivas, citado, hace ya, por Álvaro Valverde. Ahora viene a esta página que con tan buena mano dirige Juan Manuel. Un placer, ya digo, leerla. Y un placer mayor encontrarnos con frases como la siguiente:
De alguna forma, el destello final del poema se halla oculto en los dos primeros versos.