Caricaturas
Lo cierto es que, al final, lo he pensado bastante. Como suele ocurrir en estos casos, basta que reflexiones durante un tiempo para llegar a un punto mucho más desconcertante. Hablo de las famosas caricaturas. En un primer momento, me parecieron bochornosas las imágenes, en donde cientos de miles de personas tomaban la calle como auténticos energúmenos, vociferando y lanzando pequeños proyectiles, verdaderos proyectiles, que alcanzaban a algo más que a una simple embajada, o a una ya consumida bandera. Recordé aquella posición ideológica que nos ha mantenido durante varios años completamente engañados. Es decir, ser amigo de los que son enemigos de tus enemigos. De modo que si buena parte del fundamentalismo islámico son contrarios al imperialismo yanqui, nosotros, los también adversarios, buscamos su alianza y les observamos con auténtica complicidad. Pero la justicia política no tiene que ver apenas con este silogismo, porque, si no, estaríamos justificando crímenes contra la humanidad que nos dejarían completamente absortos.
No obstante, la realidad siempre es más compleja, por desgracia, porque apenas advertimos el juego de intereses que, en democracia, siempre actúa en silencio. No soy un ateo militante, sólo un ateo a secas, y sin embargo aquella viñeta en donde se retrata a Mahoma como un agitador del terrorismo me parece abominable. Nos equivocaríamos al edulcorarlo con el marbete de libertad de expresión. Esto es otra cosa. Esto es un ataque frontal, amparado por un gobierno, el danés, conservador e íntimamente ligado a los movimientos de ultraderecha del país. No olvidemos que ese mismo periódico en donde aparecieron las polémicas viñetas simpatizó, otrora, con el nazismo. Por eso, qué hay detrás de todo esto. A quién le interesa que esta confrontación se explicite en las calles, tomando forma como un animal herido que desafía al aparente mundo civilizado. Además, ¿no resulta curioso que las viñetas fueran publicadas en septiembre y sea ahora cuando se estén cuestionando? Que cada uno saque sus propias conclusiones.
No obstante, la realidad siempre es más compleja, por desgracia, porque apenas advertimos el juego de intereses que, en democracia, siempre actúa en silencio. No soy un ateo militante, sólo un ateo a secas, y sin embargo aquella viñeta en donde se retrata a Mahoma como un agitador del terrorismo me parece abominable. Nos equivocaríamos al edulcorarlo con el marbete de libertad de expresión. Esto es otra cosa. Esto es un ataque frontal, amparado por un gobierno, el danés, conservador e íntimamente ligado a los movimientos de ultraderecha del país. No olvidemos que ese mismo periódico en donde aparecieron las polémicas viñetas simpatizó, otrora, con el nazismo. Por eso, qué hay detrás de todo esto. A quién le interesa que esta confrontación se explicite en las calles, tomando forma como un animal herido que desafía al aparente mundo civilizado. Además, ¿no resulta curioso que las viñetas fueran publicadas en septiembre y sea ahora cuando se estén cuestionando? Que cada uno saque sus propias conclusiones.
0 comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio