Respuesta
Respuesta de Juan Manuel Macías al apunte anterior: el escritor ve la fábula pero no puede ver la moraleja. La frase se atribuye a Kipling. También dice Juan Manuel que de tanto usarla teme gastarla. Mucho me temo que yo apunto en esa dirección.
9 comentarios:
Curioso: se escribe sin saber la moraleja. Entonces, ¿se crea sin tener en cuenta un fin?
A José Manuel:
Categoricamente, sí.
Porque crear es atender a una multitud de fines.
Porque crear es anonadarse con la infinidad.
Porque crear es anular los finales y decirse "eh, que aqui no acababa todo"
Porque crear es volver a empezar.
Yo creo, sobre lo que comenta José Manuel, que, aunque uno tenga un fin, ese fin es a la postre irrelevante para la obra. Ésta ya nace independiente del autor y pide casa propia. ¿De quién es un poema? Del lector, individual y único, pienso yo. Tal vez la moraleja no la vea nadie, o la veamos todos, cada uno un matiz perfectamente lícito, como una pieza del entramado que es a la vez el todo y la parte. Lo ideal sería que el autor se convirtiera en un espectador más de su propia obra, pero eso es tan difícil, ay...
La verdad es que la frase de Kipling tiene su miga. Un abrazo a todos, y mil gracias, Álex, por ayudarme a gastar la frase :-)
Cada lector multiplica el significado y el fin de lo escrito. Suponiendo que el autor tuviese en cuenta un fin, ¿cuál es más "auténtico"? ¿El que permanecía en su intención o el que cada lector reinterpreta o matiza?
No sé si los autores están siempre de acuerdo con las lecturas que de ellos se hacen. ¿Tienen "derecho" a no estar de acuerdo?
Buena pregunta, José Manuel. En esto, creo en la obligada ambigüedad, la multiplicidad y el retorno, como espléndidamente explica Sastre.
Y estoy con Juan Manuel, en su comentario a su comentario. Esta lógica circular es implacable. Nace del lector, pasa por el autor, vuelve al lector, e imagínate el resto. Él único fin de la escritura es el hecho de que no hay objetivos, ni destinos, ni fines, pero si no se escribiera no habría nifines, ni objetivos, ni destinos.
Gran pregunta, Olga. Créeme que esto mismo me lo he planteado varias veces. ¿Hasta qué punto un autor es dueño de su obra? Ahora, por ejemplo, escucho una canción que me emociona sin comprender qué está diciendo. Me gusta la melodía y me gusta cada palabra. Y sin embargo no tengo ni idea de qué dice. Aunque no entienda su letra, sé que no sobra ninguna frase. Ese conjunto, ¿nos pertenece?
Nos pertenece lo que sentimos. Sea de quien sea. Todo ese asunto sobre lo que nos pertenece y lo que no me recuerda a un fragmento de Adaptation, EL ladrón de Orquideas, que quizá no tiene del todo que ver con esto, però que me encanta, y dice así (permitenme que adjunte link por no extenderme demasiado:
http://ramonboixeda.blogspot.com/2008/11/el-lladre-dorqudies.html
Ramón, seguro que es una buena referencia, porque la película es casi una obra metacinematográfica o metaliteraria. Se ofrecen pautas e ideas sumamente interesantes. Ahora le echo un vistazo.
Saludos.
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