Superviviente
De la entrevista que sacó ayer el diario Público al siquiatra Luis Rojas Marcos hubo un par de cosas que me llamaron la atención. Una de ellas, su declaración de amor a la ciudad; la segunda, su apuesta por cambiar de terminología: en lugar de "víctimas", supervivientes. Una estupenda forma de no aferrarnos al verdugo y seguir hacia delante. Extrapolándolo a terrenos más banales, siempre es mejor considerarse un superviviente, que una víctima del sistema.
7 comentarios:
Me gusta la propuesta. Ser victima significa mirarse en un pasado, en una tragedia vivida. Pero la palabra superviviente indica un futuro que afortunadamente aun no ha sido del todo arrebatado. Las autenticas victimas ya no estan para contarlo.
Un abrazo.
Bienvenido de nuevo, Sergio. Después de la pecera, ahora nos trae sus "Razones para una novela", un blog experimental en donde se narrará el proceso del autor con la novela que maneja. Visitadlo.
Las palabras pueden suavizar la percepción de la realidad. "Víctima" y "superviviente" son un ejemplo de ello.
De todas formas, no debemos dejarnos cegar por los eufemismos. La realidad es la que es.
El comentario anterior era mío. Lu
Lo bueno de trabajar con el lenguaje, Lu, es que nos permite cambiar las cosas. Podemos crear una dimensión diferente, aunque, como bien dices, la realidad es la que es. No obstante, hay que tener plena confianza en la palabra. Máxime cuando todo se viene abajo.
Eso me recuerda al "Puedo prometer y prometo...". Es decir, una cosa son las palabras y la otra la realidad.
:-)
De eso se trata, March. Los políticos, mejor que nadie, saben que el lenguaje puede ser perverso. Es un mecanismo de poder muy eficaz, más que, por ponernos estupendos, un misil que caiga sobre nosotros. Indudablemente, el "donde dije digo..." puede ser un arma de destrucción masiva.
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