21.1.12

En La Central

He tenido suerte con las presentaciones de libros. No, tampoco ha habido muchas, pero esas pocas, al menos, han sido momentos estupendos. La última, el martes pasado, también lo fue. Esa cripta de la librería La Central del Raval es un buen refugio para hablar de poesía. Una especie de catacumba, resguardada, subterránea, donde a veces tienes la sensación de estar fuera del mundo. O en el mismo centro, sea cual sea el libro que te ha llevado hasta allí. Eso, al menos, dice mi experiencia.
Agradezco a la gente que vino y a aquellos que, aunque no estuvieran presentes, estaban también. Una muestra de compañerismo que valoro, más en un mundillo, el de la poesía, tan poco dado a concesiones.
Las palabras del escritor José Ángel Cilleruelo pillaron por sorpresa a más de uno, empezando por mí. Su análisis del libro me pareció brillante. De alguien que es capaz de convocar al mejor crítico y al mejor poeta. Y al profesor, por el tono y la manera de hacer llegar sus palabras. Lo que dijo y ha dejado escrito aquí tienen un valor enorme para mí. Como lo tiene, antes que nada, su poesía. Por eso acabé la lectura leyendo uno de sus poemas.
Sí, he tenido suerte. Ese 17 de enero acabó tarde, con los de siempre. Como siempre.

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