Wislawa Szymborska
Charco
Recuerdo muy bien ese miedo infantil.
Evitaba los charcos tras la lluvia,
sobre todo los recientes.
Alguno podría no tener fondo,
aunque se pareciera a los otros.
Me meto y de pronto me caigo,
comienzo a volar hacia abajo,
y más y más abajo,
en dirección a las nubes reflejadas
y a lo mejor más allá.
Luego se seca el charco,
se cierra sobre mí,
y yo atrapada para siempre -dónde -
en un grito que no sale al aire.
Solamente después llego al entendimiento:
no todos los accidentes
siguen las reglas del mundo,
y aun si lo quisieran,
no pueden suceder.
(traducción de Gerardo Beltrán)
Recuerdo muy bien ese miedo infantil.
Evitaba los charcos tras la lluvia,
sobre todo los recientes.
Alguno podría no tener fondo,
aunque se pareciera a los otros.
Me meto y de pronto me caigo,
comienzo a volar hacia abajo,
y más y más abajo,
en dirección a las nubes reflejadas
y a lo mejor más allá.
Luego se seca el charco,
se cierra sobre mí,
y yo atrapada para siempre -dónde -
en un grito que no sale al aire.
Solamente después llego al entendimiento:
no todos los accidentes
siguen las reglas del mundo,
y aun si lo quisieran,
no pueden suceder.
(traducción de Gerardo Beltrán)
3 comentarios:
Yo tambien recuerdo ese miedo infantil. Solo que no evitaba los charcos, al contrario, me iba directo a ellos, con los dos pies, quizas con la esperanza/miedo de encontrar uno más profundo, y pasar al otro lado.
sólo que a veces esos charcos no son profundos, y es un fastidio imaginarte de bruces contra el asfalto, dejando caer a otros que, como tú, se imaginaron un camino sin retorno.
Me encanta Szymborska. Qué bien que le dieran el nobel, porque si no, creo que nunca la hubiera conocido.
Saludos!
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