Dos ciudades
No es la primera vez que lo pienso, pero ha sido este fin de semana cuando, sospecho, he salido de dudas. Estuve en Ponferrada, y tengo la sensación de que estuve también, al mismo tiempo, en Plasencia. Puede que me deje llevar, y lance hipótesis más o menos tocadas por la situación y el momento, aunque me huele que estas confluencias no cambiarán si la circunstancia fuera diferente. Dos ciudades que están entre dos aguas, a medio camino entre dos comunidades: la una, castellana, mirando a Galicia; la otra, extremeña, con eternos matices castellanos. Uno a veces no sabe si entrar en Ponferrada significa entrar por la puerta a Galicia, de la misma forma que cuando uno vuelve de Salamanca a Plasencia no advierte si ha dejado atrás Castilla. Dos ciudades que les pesa no ser capitales de provincia, viviendo (ahora menos) a la sombra de León o de Cáceres. Que están y no están. Que viven solas. Dos ciudades monumentales, si bien su fama se la presta el entorno. A la extremeña, el Valle del Jerte, el del Ambroz o Monfragüe; a la castellana, las Médula, la Ciana o el Valle del Silencio, con el marco incomparable del Bierzo. Dos ciudades cruzadas por Amancio Prada o Pablo Guerrero (admito: no excluyente), en una cultura en desarrollo, grisáceas, aunque atravesadas por el sol estival. Dos ciudades que no saben si suben o bajan, hechas de cuestas y mirando a las montañas, vertebradas por un río, secundario, aunque seguro. Dos ciudades que crecen de manera irregular, vulnerando los límites de lo que una vez fue romano o templario. Dos ciudades que fueron protagonistas de la Historia, y que se conforman con sobrevivir en la piedra o la pizarra, establecidas en la misma franja. Dos ciudades sobre las que pesará siempre su condición de fronterizas. Dos enclaves, ocupando de manera peculiar los caminos que de norte a sur llegan a Santiago. Peregrinas y estables. Nómadas e imperecederas. Duales. Ya digo: siempre entre dos aguas. Dos ciudades que frecuentemente tienen que matizar su emplazamiento, si no se conforman con el nombre de la provincia. Y que, conviene decirlo, han vivido de espaldas a sí mismas. O todo lo contrario. Dos ciudades a las que nunca llegaré a comprender completamente, porque de modo contrario nunca hubiera escrito esto. Estas palabras, por tanto, nunca hubieran existido.
1 comentarios:
Dos ciudades que forman parte de tu geografía interior.
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