Diáspora
Acierta José María Cumbreño al señalar que la literatura extremeña es lo que es, hoy día, gracias a la labor de algunos autores. Si en los ochenta esos mismos escritores se hubieran ido de Extremadura, eso que tenemos en la actualidad sería, cuando menos, diferente. Escritores que no sólo compusieron su obra allí, sino que participaron o ayudaron a que otros iniciaran su propia carrera literaria. ¿Cómo lo hicieron? A través de antologías serias, planes de fomento a la lectura, presentaciones, aulas literarias, etc. Entre ellos, claro, Álvaro Valverde y Ángel Campos Pámpano, a los que se podrían añadir otros autores como Gonzalo Hidalgo Bayal o Elías Moro, por citar un par de nombres más. Escritores que pusieron a Extremadura en el mapa literario peninsular, sin complejos, sin prejuicios. Una muestra de su buen hacer es la estupenda consideración que tiene (o tenía, al menos) la Editora Regional de Extremadura, de la que he escuchado muchas veces que se trata de la mejor editorial pública española (y eso a pesar de su distribución). Todo ello ha generado un caldo de cultivo absolutamente enriquecedor. Algunos amigos escritores de Barcelona me hacen constar eso mismo. Que les produce cierta admiración el interés de una región por sus autores. Que ojalá contaran ellos con ayudas a la edición o a la creación o que hubiera una editorial pública, seria y bien editada, que les sirviera de puerta de entrada. Sí, la cosa ha empeorado. Aquí hablo de lo que ocurría hace pocos años. Hoy recogemos lo que se sembró en los ochenta. Un ejemplo: hablando el otro día con un poeta barcelonés, que tiene en mente la elaboración de una antología de poesía extremeña contemporánea, me habló, bote pronto, de unos veinte autores. Que alguien, en la otra punta de la península, conozca ese número de escritores extremeños es para felicitarse. O para felicitar a los que han participado en la creación de esa cantera.
Comenzaba citando a Cumbreño porque acaba de publicar en (Casi) diario, su blog, una relación de autores jóvenes extremeños que no vivimos en Extremadura. Una diáspora, lo llama. Al menos, ya no es un exilio, sino una opción. Y escribía desde la seriedad, el rigor y la sinceridad con que suele hacerlo. Mi caso, en realidad, es diferente. Nací en Plasencia pero a los nueve días ya vivía en Barcelona. Regresé diez años más tarde. Lo que ocurrió hasta volver a marcharme, en el año 98, visto ahora con perspectiva, lo juzgo como un aprendizaje fundamental. Por las presentaciones a las que asistí, por el aula José Antonio Gabriel y Galán. No sería exagerado decir que mi primera educación literaria fue extremeña. Es así.
Termina el citado artículo de Cumbreño con una frase muy significativa: "aquí cada talento que se nos escapa supone una pérdida enorme". Es, o me parece a mí, una idea, ante todo, generosa. Y puede que no le falte razón. Ahora bien, por lo que sé, por las conversaciones con otros autores que viven fuera, me consta que ese interés por la literatura extremeña no se ha evaporado. Todo lo contrario. No digo que uno sea un emisario ni un portavoz. Lo que digo es que hay otro acercamiento, distinto quizás, pero fructífero. En la revista Kafka, por citar un caso que conozco, casi un tercio de los autores que hemos incluido (en poesía, relato o crítica literaria) son extremeños. Es sólo un ejemplo. Me gustaría, dicho sea de paso, que la Asociación de Escritores Extremeños tuviera uno o varios portavoces que ejercieran su labor fuera de Extremadura. Es el momento. Hay autores y propuestas más que suficientes. Gracias, qué duda cabe, a esos autores que desde dentro trabajaron para que otros estemos en lo mismo, ya desde fuera.
3 comentarios:
gracias por este texto, álex. se compenetra muy bien con la idea de la poesía como espacio transfronterizo.
abrazos, pepe
transterrados sin olvido.
gracias por el texto, álex.
pepe
Pepe, me gustan mucho esas dos definiciones, sobre todo la idea del transterrado sin olvido.
Abrazo!
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