Dos momentos en la vida de un escritor
El escritor me confesó una vez que, de todo lo que había escrito, lo único que merecía la pena de su vasta producción literaria eran las posdatas de las más de mil cartas que había enviado vía correo postal o electrónico.
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El escritor de posdatas admitió, en una ocasión, que no podía leer antes de irse a dormir. Su hora de lectura (no leía más de una hora al día) coincidía justo al despertar. Le preguntamos por el motivo de tal inclinación, a lo que nos respondió: “Si leo a primera hora de la mañana, aún tengo todo el día para interpretar lo que he leído. Si leo por la noche, en cambio, no tengo tiempo para interpretarlo de forma consciente. Y no me atrevo a que sea el sueño el que tome las riendas de la trama”. A mí, entonces, aquello me pareció una simple y vulgar paradoja.
6 comentarios:
Es esa paradoja y ambigüedad obligatoria de la que alguna vez me has comentado. Es decir, ¿leer es más necesario cuando somos jóvenes o cuando somos viejos?
Max Jacob comentó en una ocasión que dependiendo del libro que leíamos estábamos diciendo, sin darnos cuenta, nuestra edad. Puede ser. En realidad, la lectura es necesaria siempre. Al menos, necesaria para quien lo considere así. El tiempo no nos cambia. O sí. Ahí hay un argumento: un lector que deja, sin motivo y de buenas a primeras, de leer.
Un abrazo.
Siete y veinte de la mañana, Álex: yo aún no me he acostado y todavía me queda un capítulo por leer del libro que me traigo entre manos, además del necesario repaso mañanero a 5 o 6 blogs amigos.
¿Qué quiero decir con esto?... pues que yo también creo que lo mejor de las cartas y los correos electrónicos está en las postdatas, en la luz ulterior de las palabras, en el principio del sueño (que no siempre coincide con el final de los días). Creo que la razón es puramente biológica, pero con el tiempo termina siendo materia de inclinaciones y gustos. Ya veremos.
Efectivamente, José Manuel. Puede que esa biología nos conduzca a encontrar el símbolo, el la de las últimas palabras, aquellas que dirigirán todo lo que vendrá luego, la última bocanada para despedir o insinuar una velada invitación de última hora.
Si te pillo durmiendo aún, es una muestra de cómo el sueño y la conciencia se relacionan, como si hubiéramos trazado un puente, no sólo físico, entre lo real y la inconsciencia. Un ejemplo de cómo nuestra vida está hecha de sombras.
Tres y media de la madrugada... Hoy la postdata no se retrasará tanto.
Nuestra vida está hecha de sombras, efectivamente. Igual que nuestras sombras están hechas de vida. Lo creo a pié juntillas... Pero no ricemos más el rizo, compañero Álex, que los poétas filosóficos siempre me parecieron que tenían menos cosas que decir que los propios poetas y que los propios filósofos.
Por cierto, en mi blog se aceptan comentarios (no como en otros). Contéstame alguna vez en mi buzón, carajo!
Un fuerte abrazo
Comencemos por lo último, caro José Manuel. Reconozco que no suelo comentar demasiado en otros blogs, aunque las entradas me gusten mucho. Debería cambiar esa costumbre. Tu blog, cómo no, será de los primeros por donde empiece.
Y sí. No habrá que rizar más el rizo. Ahora, he de decirte que esto de jugar a medias nace de alguien que se ha sentido (aún lo hace) como un intruso, en filosofía, en poesía... Y casi en todo lo demás.
Qué bien tenerte por aquí, tan cerca. No te vayas lejos, amigo.
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