Querido Álex: la lectura de Jambrina es lúcida pero me sigo quedando con la mía... Toda mi alegría por esta reseña y por tus éxitos. En ti no existen ni la tristeza ni los ecos, sino voz potente que habla de la esperanza y la poesía. Un abrazo grande desde Cáceres.
Siempre va acompañado de una peculiar emoción le hecho de que alguien al que has escuchado como a aquel que te muestra las cosas, que te enseña, el que te dice las verdades de pronto presta atención a algo que haces o dices tú, te presta atención, y te lee, te considera como a una más de esas verdades. Sucede con los padres, sucede con los profesores, con los maestros, con los eternos o con los del momento dado. El padre de Borges no llegó a los 70 años. Cuando Borges ya pasaba de los 80 un periodista le llamó la atención sobre el hecho y le preguntó cómo se sentía. Borges se quedó reflexionando y dijo: "si, verdad, qué curioso, ahora yo ya soy mayor que él, y sin embargo siempre le veré como a ese señor mayor que lo sabe todo". Aunque ya podamos hablar, crear como iguales, siempre veremos a los que fueron padres, profesores, maestros nuestros, de alguna forma, como a esos señores mayores que saben más. Por eso siempre nos acompaña un extraño sentimiento cuando uno de ellos nos presta su mirada, habla de nosotros, reflexiona sobre lo que hacemos y lo cuenta a otros de la misma manera que a nosotros nos contaba sobre otros. Pero lo que realmente es importante no es que haya hecho una lectura detenida, profunda, reflexiva, que haya detenido su mirada sobre ti, que te haya prestado atención con detenimiento, lucidez y voz, que haya hecho un buen análisis, una buena lectura, al fin, que es algo tan propio de exigir como una buena escritura, una buena obra. Eso no es lo realmente importante, sino el hecho de que si ha hecho todo eso es porque tenía algo sobre lo que hacerlo. Aún nos veo a ti y a mi hablando con Jambrina antes de Cela, antes de Kafka, antes de muchas cosas. Para él no debe ser muy diferente. Pedro Salinas dijo que cuando se presentó ante él al que consideraba uno de los poetas de mayor delicadeza, Luis Cernuda, y éste le dijo que recordaba sus clases de literatura con satisfacción, casi no pudo hablar de la verguenza. En fin, estas cosas suceden. Cuando tú me hablabas de las novelas que querías hacer yo ya sabía que quien me lo decía era un poeta. Está claro, sólo hay que leerte. A lo largo de toda mi biblioteca hay dos o tres estantes sagrados. El resto son simple capricho. De esos dos o tres, uno de ellos es el que contiene mis 18-20 libros sagrados, maestros de poesía, los que leeré una y otra vez durante toda una vida. Allí estás. Allí sigues.
Gracias, Hilario. Tu reseña la encabezaba aquel hermoso cuadro de Hopper, y tu lectura (una de la primeras que guardo del libro, después de la de David Vegue) me hicieron comenzar esta ruta. Por eso, siempre te estaré agradecido. Un abrazo.
Gracias, David y Alberto. Aún recuerdo algunas charlas en la Rúa, cuando nos soprendían con alguna anécdota de Gimferrer, ¿recuerdas? O aquel artículo de Cela tan puntual y necesario para nosotros. Es un tránsito curioso, a medio camino entre el azar y el propio destino. Entre tanto, siempre hemos hecho lo que necesitábamos hacer antes de pisar Salamanca. Lo demás vino porque tenía que venir. O porque de otra manera era imposoble que pasáramos cuatro años juntos, en la facultad. Decido responderos juntos por la valía de unir a dos poetas como la copa de un pino, si es que hay una mejor definción para citaros.
Un placer encontrarte por aquí -que ya llego con la cabeza loca y no sé muy bien cómo entré en esta casa. Te había leido -y me había gustado mucho- en Las afinidades. Lo dicho, un placer.
Enhorabuena por tu magnífico y evocador libro, por las exitosas presentaciones y por esa gran reseña.Disfruta de todo ello, para los que estamos cerca es un placer acompañarte en este viaje.
Gracias, Sofía, por tu comentario. Y que sepas que la única manera de llegar a esta isla es como tú lo has hecho (más o menos).
Y gracias, Caro diario, por tus palabras. Hay cosas, lo sabes, que vuelven a su punto de referencia después de algún tiempo, así que, es previsible, viajaremos siempre circularmente.
Bienvenido, Raúl. No sé cómo anda la distribución por el sur. Sé que algún que otro lo ha pedido en Granada. Tarde o temprano, llega. No es difícil. Lo único, si no está, es encargarlo. Por cierto, no sabía que tenías blog. Lo acabo de ver, así que ya tengo otra lectura. Un abrazo.
14 comentarios:
ahí es donde te he conocido :-)
Y yo te he conocido a ti por ese "cuaderno viajero" que tan bien conozco.
Un abrazco.
¿Conoces mi cuaderno viajero?
Querido Álex: la lectura de Jambrina es lúcida pero me sigo quedando con la mía... Toda mi alegría por esta reseña y por tus éxitos. En ti no existen ni la tristeza ni los ecos, sino voz potente que habla de la esperanza y la poesía. Un abrazo grande desde Cáceres.
Siempre va acompañado de una peculiar emoción le hecho de que alguien al que has escuchado como a aquel que te muestra las cosas, que te enseña, el que te dice las verdades de pronto presta atención a algo que haces o dices tú, te presta atención, y te lee, te considera como a una más de esas verdades. Sucede con los padres, sucede con los profesores, con los maestros, con los eternos o con los del momento dado. El padre de Borges no llegó a los 70 años. Cuando Borges ya pasaba de los 80 un periodista le llamó la atención sobre el hecho y le preguntó cómo se sentía. Borges se quedó reflexionando y dijo: "si, verdad, qué curioso, ahora yo ya soy mayor que él, y sin embargo siempre le veré como a ese señor mayor que lo sabe todo". Aunque ya podamos hablar, crear como iguales, siempre veremos a los que fueron padres, profesores, maestros nuestros, de alguna forma, como a esos señores mayores que saben más. Por eso siempre nos acompaña un extraño sentimiento cuando uno de ellos nos presta su mirada, habla de nosotros, reflexiona sobre lo que hacemos y lo cuenta a otros de la misma manera que a nosotros nos contaba sobre otros. Pero lo que realmente es importante no es que haya hecho una lectura detenida, profunda, reflexiva, que haya detenido su mirada sobre ti, que te haya prestado atención con detenimiento, lucidez y voz, que haya hecho un buen análisis, una buena lectura, al fin, que es algo tan propio de exigir como una buena escritura, una buena obra. Eso no es lo realmente importante, sino el hecho de que si ha hecho todo eso es porque tenía algo sobre lo que hacerlo.
Aún nos veo a ti y a mi hablando con Jambrina antes de Cela, antes de Kafka, antes de muchas cosas. Para él no debe ser muy diferente. Pedro Salinas dijo que cuando se presentó ante él al que consideraba uno de los poetas de mayor delicadeza, Luis Cernuda, y éste le dijo que recordaba sus clases de literatura con satisfacción, casi no pudo hablar de la verguenza. En fin, estas cosas suceden. Cuando tú me hablabas de las novelas que querías hacer yo ya sabía que quien me lo decía era un poeta. Está claro, sólo hay que leerte. A lo largo de toda mi biblioteca hay dos o tres estantes sagrados. El resto son simple capricho. De esos dos o tres, uno de ellos es el que contiene mis 18-20 libros sagrados, maestros de poesía, los que leeré una y otra vez durante toda una vida. Allí estás. Allí sigues.
felicidades por la reseña, es un gran libro, sin duda... ando enfrascado en su lectura.
besos y pellizcos
para ti
y para
david vegue
alberto santamaría
Esther, conozco el cuaderno de viaje por la lectura de su peiplo en tu blog. Y, claro, me es cercano.
Gracias, Hilario. Tu reseña la encabezaba aquel hermoso cuadro de Hopper, y tu lectura (una de la primeras que guardo del libro, después de la de David Vegue) me hicieron comenzar esta ruta. Por eso, siempre te estaré agradecido.
Un abrazo.
Gracias, David y Alberto. Aún recuerdo algunas charlas en la Rúa, cuando nos soprendían con alguna anécdota de Gimferrer, ¿recuerdas? O aquel artículo de Cela tan puntual y necesario para nosotros. Es un tránsito curioso, a medio camino entre el azar y el propio destino. Entre tanto, siempre hemos hecho lo que necesitábamos hacer antes de pisar Salamanca. Lo demás vino porque tenía que venir. O porque de otra manera era imposoble que pasáramos cuatro años juntos, en la facultad.
Decido responderos juntos por la valía de unir a dos poetas como la copa de un pino, si es que hay una mejor definción para citaros.
Un placer encontrarte por aquí -que ya llego con la cabeza loca y no sé muy bien cómo entré en esta casa.
Te había leido -y me había gustado mucho- en Las afinidades.
Lo dicho, un placer.
Sofía
Enhorabuena por tu magnífico y evocador libro, por las exitosas presentaciones y por esa gran reseña.Disfruta de todo ello, para los que estamos cerca es un placer acompañarte en este viaje.
Gracias, Sofía, por tu comentario. Y que sepas que la única manera de llegar a esta isla es como tú lo has hecho (más o menos).
Y gracias, Caro diario, por tus palabras. Hay cosas, lo sabes, que vuelven a su punto de referencia después de algún tiempo, así que, es previsible, viajaremos siempre circularmente.
álex, ¿cómo puedo conseguir tu libro por estos sures?
Bienvenido, Raúl. No sé cómo anda la distribución por el sur. Sé que algún que otro lo ha pedido en Granada. Tarde o temprano, llega. No es difícil. Lo único, si no está, es encargarlo.
Por cierto, no sabía que tenías blog. Lo acabo de ver, así que ya tengo otra lectura.
Un abrazo.
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