La última noche
Añadiría un pequeño comentario, a modo de conclusión, a la elogiosa crítica que escribió Guelbenzu sobre el último y esperado libro de relatos de James Salter. Diría algo así: “Lo único que puede hacer el lector de este libro es acabar el relato y permanecer en silencio. Que se le note algo avergonzado, como si no pudiera reponerse de un puñetazo merecido en el estómago, o en la conciencia. Y que ese dolor le examine y le haga reconocer que el pasado no viene a desestabilizar el presente, porque éste siempre es más incierto, turbado o caótico. Esa evidencia, al final, no le dejará pasar página”.
4 comentarios:
Vaya, suena bien este libro -o mal... según se mire-. No conozco al autor. Tiene pinta de ir en la línea de Carver o Cheever, ¿me equivoco?
Saludos!
Ya decía Víctor Corcoba en Siglo XXI que "instalados en un presente incierto, vivimos en un contínuo caos de despropósitos". "El mundo se nos queda chico y, en todas partes, se nos achica la libertad".
Así sobrevivimos. Divididos y desorientados.
Que le vamos a hacer.
Es bonito eso de que el mundo se nos queda chico. Eh? Alex Chico, eh? eh?.
Tu página achica al mundo, lo hace más pequeño, más humano.
Me alegra, de verdad. Lo que sé es que la isla es un espacio abierto al aire. Con todos, presente.
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