Crónica
Como cada día, intento decirme a mí mismo que lo más interesante que puedo hacer en esta vida es escribir. Por eso, me siento delante del ordenador y comienzo a escribir, por sexta vez, una novela que ya creí empezada. Me consuelo con la idea de que uno no necesita sentarse frente a un ordenador para sentirse realmente un escritor. Así que no le doy importancia al hecho de que no consiga escribir ni una mísera palabra de una historia ya empezada. Aprovecho que el ordenador está encendido para minimizar mi novela en blanco y comienzo a rastrear por otros blogs. De ahí, a las páginas del sindicato Ustec, y del sindicato Ustec a la página de salud de la Generalitat Valenciana. Un enlace me lleva otro y acabo en una página en donde se informa que a partir de los veintinueve años de edad se empieza a perder un montón de neuronas, y que sin ese montón de neuronas cada vez nos es más difícil tener una buena memoria. Añaden que el tabaco las preserva, cosa que me tranquiliza. Pero añaden también que el alcohol es una de las causas por las que desaparecen con más velocidad. Me gusta beber ron, pero como lo hago muy de tanto en tanto no decido preocuparme. Por si acaso, evito la copa de vino que me acompaña mientras escribo el inicio de una novela en blanco. Como sé que el tabaco tampoco es un gran sustituto, decido aparcar el ordenador y me pongo a tocar el clarinete. Descubro que una vena de mi cuello se me hincha en los sonidos más graves, así que decido aparcar también el clarinete y evitar así ponerle las cosas más fáciles a la hipertensión. Sigo leyendo el artículo sobre la pérdida de neuronas y descubro que uno de los mejores antídotos es vivir sin estrés, evitar el nerviosismo y buscar la tranquilidad perpetua. Pasar de los sobresaltos y encontrar el nirvana. Pongo un disco del trompetista Harry James, que me apacigua mucho, e intento seguir con mi novela en blanco. Al cabo de un rato me planteo si pasar un par de horas frente al ordenador no será una causa de ceguera futura. Como la novela no fluye, al menos quiero que mi vista sí lo haga, así que apago el ordenador y sigo escuchando a Harry James. Tanta quietud después de la marea me hace olvidar que en menos de media hora juega mi equipo de fútbol. Entonces, decido encender la tele, a sabiendas de que dentro de un rato pondré mi silla un poco más cerca del aparato y comenzaré a fumar, nervioso, intranquilo y tal vez feliz si mi equipo gana. Me doy cuenta de que en realidad lo más interesante que puedo hacer en esta vida no es escribir. O quizás sí. Puede que no sea tan buen escritor si, al final, no sé cómo renunciar a un partido de mi equipo. Me digo que, al menos, escribiré en compensación una crónica tan torpe como esta. Con la mente puesta ya en otra parte.
11 comentarios:
Manuel, personaje de "Laura y Julio", de Juan José Millas, es un escritor que jamás ha escrito nada. Según él, el auténtico escritor no ha de cometer la vulgaridad de escribir.
Interesante.
Qué buena idea la de Manuel. Claro que, como es un personaje, se puede permitir el lujo de no cometer ni siquiera la vulgaridad de vivir. Así cualquiera, no me digas;-) Sin embargo, Álex no puede renunciar al partido porque la vida nos arrastra con sus pasiones. Todo el mundo controla bien las que no siente, eso es verdad. Yo estuve escribiendo mientras el partido se ejecutaba o lo que sea que hagan los partidos; ellos gritaban, yo tecleaba, Pinkerton no regresa nunca más...
Lo de Manuel, Olga, no es más que una boutade como otra cualquiera, muy propia de los textos de Millás.
Comunicarse por escrito con eficacia, ya sea con uno mismo o con los demás, es una tarea de tal nivel que no está al alcance de cualquiera.
Los que tienen ese don, como el anfitrión de este blog, deben usarlo.
It's mandatory, que dicen los ingleses :)
Cierto, mandatory and compulsory para Álex. Intentaremos recordárselo.
Pero, bueno, le gusta el fútbol, qué le vamos a hacer;-)
Saludos.
Creo que te agradezco (y sólo lo creo) esta dosis de realidad a veintinueve días de cumplir los veintinueve. No sé, yo lo de ser escritor lo veo una etiqueta más y, como lo de pasarse la vida intentando huir de etiquetas me ha imprimido carácter, es una cosa que me da un poco de alergia. Eso sí, pienso que vas por el buen camino porque es indispensable, para ser escritor, tener una novela a medias, perdida en un cajón, que de vez en cuando retomas y vuelves a abandonar. Yo, desde luego, tengo la mía. Pero no sé, quizá son sólo opiniones de un rebelde y bohemio que se irá perdiendo a la misma medida que lo hacen sus neuronas... ya te lo diré a fin de mes; de momento, quizá, subiré moderadamente mi dosis de nicotina diaria, para compensar.
P., a mí esto me recuerdo, más que a Manuel, al "preferiría no hacerlo" de Melville, en boca de Bartleby.
Bueno, lo cierto, Olga, es que fue un partido, al menos el del Barça, en el que gritar, gritar, se gritó más bien poco. Pero bueno, siempre está bien encontrar un pequeño oasis que te aísle de todo lo demás.
Suerte, Raiko, en ese empeño. La idea es seguir sumando años. Más allá de clichés y de tópicos. En fin, no se puede ser sublime sin interrupción, por mucho que Umbral lo intentara, casi con éxito. Habrá que guardar esa novela en el cajón. O en el archivo de un escritorio virtual.
Por cierto, gracias Olga y Poinçonneur. Conviene recordarlo. O hacerme a la idea. O, en fin, pensar que la escritura no es siempre un ejercicio solitario.
En mi casa sí se gritaba, Álex, son del mismo equipo que tú, los angelicos;-) Y son apasionados, como yo.
Claro que no estás solo en esto, estamos tus lectores, que esperamos hasta tus crónicas futboleras, ya ves.
Bueno, entonces prometo ser comedido, jeje. Aunque va a ser difícil. Prometo esforzarme, porque no quiero perderos a ninguno.
Una vez leí en algún sitio o alguien me dijo o...bueno, ya sabes, que escribir es una elección de vida. Eso no tiene por qué significar que cada vez que nos sentemos frente al acusador ordenador, nos pongamos a escribir.
Yo traduje a mi antojo esas palabras y decidí que significaban -desgraciadamente, no creas-, "ver la vida con otros ojos".
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