26.2.07

De suicidios no ejemplares

Leo en La Vanguardia que el suicidio es la primera causa de mortalidad entre los barceloneses de 15 a 45 años. ¿Sorprende? No en su historia. El suicidio es, valga la paradoja, una extraña forma de vida, o de negación de la vida. Nos ha acompañado siempre, y sin embargo nunca aparecerá entre los cinco motivos de preocupación del ciudadano, según encuestas. ¿Por qué nos atemoriza más un posible ataque terrorista y no nos angustia la idea de ser nosotros mismos quienes nos privemos de vida? El motivo es simple: el terrorismo tiene un espacio concreto y una solución precisa. El suicidio, no. Pueden ser todos los lugares o ninguno. Y sin embargo creo que también hay solución para paliarlo. Basta con que comencemos a divulgar desde la educación y desde los medios que la vida debe estar al alcance de todos, que la felicidad también forma parte del juego, que las reivindicaciones sociales reafirman la identidad individual a través de la búsqueda de unos objetivos comunes. Estamos en una sociedad decadente, donde el optimismo ocupa un papel muy limitado. O nos lo comenzamos a tomar en serio o perderemos a varias generaciones. Lo sé porque doy clase a adolescentes cada día.

AVTU

Si la AVT se manifiesta en la Plaza de Colón de Madrid, los miembros, más mayoritarios, de la AVTU (lo mismo, pero añadiendo la "u" de urbanístico), dónde nos manifestaremos. Imagino que muy lejos. Porque no habrá ni himnos ni banderas. ¿Dónde podríamos colgar una que midiera lo mismo que la de Colón? ¿Han pensado en esto los "revolucionarios" del Partido Popular?

21.2.07

Viajes por el Scriptorium

Curioso: la novela más austerófila de las obras del escritor norteamericano es, por el contrario, la novela menos austeriana de todas. Aun así, merece la pena.

13.2.07

Venus/Plutón

No sé por qué pero ayer me vino a la memoria un libro de José Díaz Fernández (Aldea del Obispo, Salamanca, 1898 – Toulouse, 1941). No se trata de El blocao, quizás su novela más conocida, sino de otra narración llamada La Venus mecánica. En realidad, a veces la recuerdo y me propongo hablar de ella. Sin embargo, en pocas ocasiones lo he hecho. A decir verdad, salvo por un pequeño artículo que escribí hace un par de años, no he vuelto a saber de ella.
Por qué volvió ayer. Por qué continúa hoy. Quizás en esta ocasión tenga una respuesta concreta: desde el pasado viernes leo Sostiene Pereira, la famosa novela de Tabucchi. La comparación no es baladí. Tampoco el resultado. Las dos obras tienen una estructura semejante, una trama similar y unos personajes equidistantes. El tema es parecido y el contexto, aunque con otras voces, resulta simétrico. La diferencia es que Pereira ha tenido mejor suerte que Víctor. Ha sido adaptado al cine con éxito, está en todas o casi todas las librerías, se continúa leyendo una década más tarde, mientras que la novela de Díaz Fernández apenas se encuentra, salvo por la compilación inesperada de su prosa o por la edición en una editorial menor, si es que éstas existen. Es una pena, porque La Venus mecánica es una de las novelas que mejor representan la literatura europea en el tránsito de los años veinte a la década de los treinta. En la rehumanización del arte, en la tipología variable de una sociedad que abandona las vanguardias para buscarse a sí misma en las personas. También en la guerra. Como Pereira. Lástima que no sea una lectura obligatoria, no ya en el bachillerato, sino en la misma carrera de filología hispánica. Y lo peor no es que aún espere su turno, lo peor es que su turno ya ha pasado. Como esta improvisada reflexión, sabiendo que regresaré a ella dentro de un tiempo y sin embargo vuelva, de nuevo, a abandonarla.

1.2.07

El placer del viajero

Los viajes son una brutalidad. Le obligan a uno a confiar en extraños y a perder de vista toda la comodidad familiar de la casa y de los amigos. Se está en continuo desequilibrio. Nada le pertenece a uno salvo las cosas esenciales: el aire, el descanso, los sueños, el mar, el cielo, y todo tiende hacia lo eterno o a lo que imaginamos de la eternidad.
Cesare Pavese