30.1.07

Dos visiones sobre Venecia



La ciudad está llena de caminos.
Todos son buenos para escapar de ella.
Fonollosa

18.1.07

La última noche

Añadiría un pequeño comentario, a modo de conclusión, a la elogiosa crítica que escribió Guelbenzu sobre el último y esperado libro de relatos de James Salter. Diría algo así: “Lo único que puede hacer el lector de este libro es acabar el relato y permanecer en silencio. Que se le note algo avergonzado, como si no pudiera reponerse de un puñetazo merecido en el estómago, o en la conciencia. Y que ese dolor le examine y le haga reconocer que el pasado no viene a desestabilizar el presente, porque éste siempre es más incierto, turbado o caótico. Esa evidencia, al final, no le dejará pasar página”.

16.1.07

Portugal

Hace poco más de una semana hice mi peregrinación anual a Portugal, aprovechando, esta vez, la cercanía extremeña. Fui con mi hermano José Manuel, con quien da gusto viajar, dicho sea de paso. Escogimos Monsanto, previa recomendación familiar, y la elección fue todo un acierto. Suerte que conservamos algunas fotos, del pueblo oculto en la montaña, de algunas casas escondidas entre las rocas y de las vistas que se disfrutan subiendo al castillo. No había mucha gente, cosa que se agradece a estas alturas. De momento, esta ausencia de avalanchas permite dejar todo con una pureza intacta. Como si sobreviviera de otra manera, apartada de la masificación, y nos enseñara que todavía son posibles las rutas del viajero. Comimos (barato) en una pequeña cueva medio sumergida, algo típico de la zona: cerdo. Y un vino excelente. Con una anécdota: en mitad de la comida, retransmitieron un reportaje en la televisión portuguesa sobre el restaurante. Al final, aplaudimos.
Aplaudo, ahora, esta sana e inocente costumbre de visitar al menos una vez al año ese país, al que me niego nombrar país vecino: vivo allí desde hace tiempo. Portugal tiene un espíritu envolvente, el más envolvente y emotivo de los países que he visitado. Un lugar con una sabia imperfección, algo que facilita enormemente las visitas del viajero. Lo que es perfecto no tiene remedio. Ni cura. Lo que no lo es aún le queda la obligada mirada en donde todos pueden participar como si formaran parte del entorno. De ahí, claro, nace el color, y la luz. De la sombra.
Existen ciertos lugares que necesitan todos los sentidos. En Portugal, con uno basta. Sólo hace falta elegir con cuál nos quedaremos cuando decidamos emprender el viaje. Cualquiera de ellos nos llevará a no abandonarla nunca. Si tenemos la suerte, y el tiempo, de emplearlos todos a la vez, habremos ganado no sólo un lugar, sino un recuerdo que volverá con frecuencia a nosotros con una rapidez asombrosa. Porque no hablamos de un país, sino de una emoción, de un instante, de una extraña forma de vida, como cantaba Amália Rodrigues en aquel hermoso fado.
Visito cada año Portugal y cada vez que salgo y me encamino hacia España me pregunto cuándo volveré para quedarme.

12.1.07

Desde la pecera

Mi amigo Sergio Sastre me acaba de dar dos buenas noticias. La primera es que ya tiene digitalizadas las fotos que hizo en La Vega de Granada, un proyecto que comenzamos hace casi dos años y que se interrumpió por el mutuo cambio de domicilio. Que me envíe las fotos, que sólo vi en diapositivas, y que sobre ellas comience a escribir (por fin) los textos me produce una alegría enorme. Más, si cabe, porque los dos hablamos de ese lugar desde la distancia. La segunda es que acaba de abrir su último blog (el primero se perdió, como el rollo de tira fílmica de las primeras producciones cinematográficas). Se llama Desde la pecera. Le digo lo que me dijeron a mí hace un año: ¡Feliz singladura, amigo!

De parecidos

Viendo la foto que de él hacen en un periódico barcelonés, me doy cuenta que ser compañero de generación no afecta sólo al contenido, sino al continente: el pelo, el semblante, la postura. Incluso la voz, tengo entendido. Él es un poeta que acaba de ganar un premio de novela. Una noche de reyes, para más señas.